Al llegar a Papageienhaus tenía que hacer la comida, comer, lavar platos y ya. No había otra cosa relevante por hacer, salvo si era día de lavar ropa, de ahí en adelante no había nada importante.
Durante la hora de la comida era cuando mas actividad había en el piso, todos abríamos las ventanas y puertas para dejar pasar el aire fresco que venteaba a diario cuidando poner alguna traba en las puertas para que no se cerraran de golpe con algún ventarrón. Nos reuníamos (in)voluntariamente en el área común para preparar los sagrados alimentos, cada quien su especialidad o acorde a sus gustos.
Cada quien se fue haciendo su hora de comida y respetaba a que los demás terminaran además que los que terminaban lavaban las cosas que ya habían desocupado (las vasijas y cosas para cocinar eran comunes, así que había que hacerlo o dejabas a alguien sin comer).
Pam, Pauli y Nico siempre se cocinaban comida muy saludable, rara vez las veías comer cosas pesadas. A Gabo y Alma los veías intentando una receta nueva cada semana si no es que más frecuente, Pipo y Rocío no se preocupaban mucho por la comida (o cuando menos esa impresión me daban) y debido a que no sabía cocinar, yo solo me preocupaba que no fuera lo mismo de ayer y que tuviera con qué hacerlo jajaja.
La hora de la comida era muy amena, platicábamos de lo que vimos en el curso, experiencias pasadas en nuestros respectivos hogares, comidas, cultura, se hacía una buena charla cultural. Llegamos a platicar de las colegiaturas, política, las clases, efecto FIME, Suazo y los Rayados y temas muy diversos.
Después de comer y lavar los trastes, viene esa parte donde o se continúa con la plática o cada quien actúa por su lado. Me gustaban ambas opciones, por que el ambiente que había estaba muy cálido, no sé si el calor del verano influyó el eso a eso hay que agregar que Markstrasse es una calle muy tranquila y no se escuchaba nada de ruido, solo cuando pasaban los carros se escuchaba el roce del hule del neumático con el pavimento de la calle.
Sin viento fuerte, sin ruidos, con un clima cálido con aire fresco, era perfecto. Lo que mas me gustaba hacer era irme a recostar al sillón, a concentrarme en los sonidos del ambiente, en sentir lo que estaba pasando y disfrutarlo. Ahí pasaba de 1 a 3 horas porque me quedaba dormido en ese lugar, no porque fuera muy cómodo, si no porque tengo facilidad para dormir en cualquier lugar y con las condiciones que había, era perfecto, estaba ideal para lo que era, una siesta.
En el Ruhrgebiet los días lluviosos y nublados son más comunes que los soleados y cuando llovía, cambiaban un poco las cosas. Algunos abríamos las puertas y ventanas, pero en modo de lluvia (las ventanas de inclinan 20-30° hacia adentro para permitir el flujo de aire, pero nada entra). En la siesta era bastante relajante escuchar el golpeteo de las gotas con el pavimento o simplemente contra cualquier objeto, como si de música para arrullar se tratase.
Después de la siesta/comida, ir a la despensa no era tan complicado, pues teníamos el REWE a un lado y al Aldi a 5 mins de distancia. El cuarto de lavado estaba en el sótano, así que tampoco era problema. Lo mas complicado del día era ir al centro con el Ubahn a sacar dinero del Deutsche Bank que estaba en la Husemannplatz. Procuraba sacar entre 20 y 40 Euros, para la despensa y/o los gastos diarios (snacks, comida, o lo que sea).
Despreocupado, hacía la tarea (si es que había) hasta la noche antes o después de la cena y así es como trascurría un día ordinario. Adoro la vida de estudiante extranjero, que dicha.
Despreocupado, hacía la tarea (si es que había) hasta la noche antes o después de la cena y así es como trascurría un día ordinario. Adoro la vida de estudiante extranjero, que dicha.
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